Ya la noche del sábado 23 me acosté feliz sabiendo que podría dormir una
horita más ya que la cita se acordó a las 8, en vez de las 7 como manda la
tradición #llevamepronto.
Con lo que a las 8 estábamos puntuales los 3 componentes de la cima del
día – Oscar (el cámara), Javier (el patrocinador) y María (la reportera).
El punto de partida estaba un poco alejado, y tuvimos duda de quedarnos
un poco más próximos a la sierra madrileña, pero al final decidimos dirigirnos
al Valle del Lozoya y conocer esa zona de Madrid más desconocida (y por tanto
más vacía J).
Dejando el coche en el puerto de Navafría y saludado a unos ciclistas,
comenzamos a seguir una pista con la idea de que nos aproximara a la cima del
nevero que se intuía a la izquierda de la ruta. Sin embargo tras unos km de
marcha, y a pesar del “consejo” recibido por una pareja de alemanes que
cruzamos, vimos que esa no era la ruta correcta pues nos alejaba de la cima
cada vez más y decidimos retornar al punto de partida.
Como cada paso en montaña hay que verlo con el espíritu positivo, estos
km de más nos sirvieron para:
- Calentar los
músculos/ el cuerpo – que recién levantados es muy conveniente
- Conocer el mirador
de navafria – vistas espectaculares de la sierra
- Recoger el banderín
perdido de “UnoDigital” nuestro patrocinador del día, que decidió
separarse de nosotros en un momento, pero que logramos finalmente llevarlo
a la cima
De vuelta en el puerto cogimos una senda que subía tras una puerta
giratoria metálica, y empezamos a ganar altura de manera progresiva hasta
llegar a unos hitos de piedra, que eran los que separaban las DOS provincias de
Madrid y Segovia.- no eran las picotas de la cima como habíamos pensado
(deseado?) desde abajo.
Hicimos recorrido largo por la cresta, siempre divisando el valle de
Lozoya con el embalse de La Pinilla a nuestros pies, y la cuerda larga al
fondo, con el placer de estar disfrutando del día que se iba despejando a
medida que nos aproximábamos a la cima.
Al cabo de poco más de 2h de Trail Running, divisamos la picota de la
cima del Nevero. Hicimos las fotos de rigor, con el obligatorio “plancKing” del
cámara y la reportera como evidencia del pico conseguido, y con las fotos
digitales de Javi haciendo honor al patrocinio de la jornada.
El descenso fue exigente pues había bajadas pronunciadas en algunos
tramos, y piedra suelta con lo que la agilidad del corredor fue determinante
(bravo Oscar! A).
Llegando al coche tras casi 4 horitas de trote montañero disfrutado,
decidimos tomar un tinto de verano en la plaza de Rascafría
(Riofrío?) como recompensa a los esfuerzos realizados!
María Martid
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